Una vida diferente

Casi lo hemos asimilado ya y ni nos damos cuenta, pero la verdad es que en quince días nuestra vida ha cambiado totalmente. Entre otras cosas, porque estamos en un país muy diferente y, además, porque no tenemos casa fija: debemos sacarla de la mochila y guardarla de nuevo cada pocos días.
Hemos descubierto que se puede vivir bien con muy poco, que hasta nos sobran algunas cosas que trajimos (por ejemplo, algún par de calcetines y las camisas) y que quizás deberíamos haber cogido otras (como un tenedor o algo tan simple como una lima de uñas de cartón).
Ahora vivimos de día, nos levantamos poco después de amanecer, cuando nos despertamos por los ruidos de los pájaros o del señor que gvende chapati en bicicleta; no hay alarmas ni prisas. Desayunamos masala chai o ginger lemon honey tea (pocas veces café) con tortilla o huevos fritos o frutas con muesli y lassi (yogur) o tostadas con queso y champiñones… La mañana es el rato más activo del día, la pasamos plano en mano, viendo cosas y normalmente andando sin parar. Decimos «hello», «no thank u», «from Spain» y nuestros nombres unas cien veces al día y yo creo que sonreímos mucho mas. Nos pasamos el día intentando hablar y entender inglés, esquivando vacas, cabras, coches y ricksaws por la carretera (aquí no conducen por la izquierda, conducen por donde les da la gana), recordándonos que aquí se asiente haciendo una especie de infinito con la cabeza y que no vamos a encontrar una papelera, que la basura se puede tirar en los montones de las esquinas. Nos llevamos servilletas de los pocos bares en los que hay y compramos los rollos de papel higiénico de uno en uno por 35 Rs. Comemos cosas que suelen picar mucho en sitios repletos de gente de aquí, con las manos, lavándonos después con agua, y apuntamos todo lo que gastamos y los sitios que nos gustan.
A eso de las cuatro de la tarde toca descansar, huir un poco del calor y hacer las tareas del hogar: lavar la ropa con Lagarto o detergente en bolsitas monodosis (nuestro último gran descubrimiento a 1 Rs) y tenderla en una cuerda por la habitación, ducharnos antes de que se vaya el sol y el agua fría ya no dé tanto gustillo, rebuscar cosas en las mochilas, colocar la mosquitera si hace falta… Leemos un rato, escribimos el diario del día y algún post como éste en el móvil para colgarlo cuando encontremos un ciber o wifi, hacemos yoga-pilates, nos tomamos un zumo o comemos fruta, que aquí es deliciosa.
Entre una cosa y otra llegan las seis y algo y hay que ver la puesta de sol. El día se acaba y aquí sólo hay luz dentro de las casas, tiendas y restaurantes, así que puedes refugiarte en uno de esos sitios, tomar algo, preparar la caminata del día siguiente o pensar próximos destinos, encontrarte con algún otro viajero, mandar algún correo y recibir noticias desde casa, si hay suerte skypear un poco…
La cama, el jergón con saco o la litera en el tren, según el caso, esperan para poner fin a la jornada. Mañana esperan mil historias y mil sorpresas. Buenas noches 🙂

Una vida diferente

6 comentarios en “Una vida diferente

  1. ana mari silva dijo:

    amaya y diego: nos acordamos de vosotros en estas fechas tan entrañables y os deseamos que las vivais y nos conteis muchas cosas buenas. El tío Jose Mari está preparando sus «comiditas», como siempre por estas fechas. Luego nos chuparemos los dedos. Un abrazo de los dos y hasta pronto.

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  2. alex montón dijo:

    hola chicos!!como va todo por la india??

    desde Logroño os deseamos que paseis una felices fiestas y que las vivais de forma diferente y especial. Un abrazo de parte de los Montón-Silva

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  3. quete dijo:

    Segun voy leyendo, me voy emocionando.
    Tiene k ser una experiencia única y resulta estremecedora.
    Felicidades por vuestra capacidad de adaptación y decisión.
    Seguid asi, eso llena mucho.

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