El domingo 12 de diciembre nos despedimos de nuestra querida Gokarna, y pusimos fin a la primera etapa del viaje que suponía la primera toma de contacto con la India. Después de 13 horas de viaje en tren (que merecen un post aparte) desembarcamos en Ernakullam, en la provincia de Kerala, a eso de las 4,30 de la madrugada. Lo que siguió fue una espera en los asientos de una abarrotada estación, viendo y sorprendiéndonos un poco más con la gente de este país. Las estaciones de tren suelen ser un ir y venir constante de gente (debido a la enorme frecuencia de sus trenes), y a esas horas la gente aprovecha para lavarse, con su cepillo de dientes en la boca y una toalla en la mano, abarrotando las fuentes donde se jabonan cara y cuerpo. Estamos seguros de que los más guarros en esa estación éramos nosotros :). En Ernakullam nos alojamos en casa de Priya y Q (se llama así, de verdad), que nos acogieron en su preciosa casa y se portaron estupéndamente con nosotros. Creemos que él es un famoso presentador de la televisión india, pero no estamos muy seguros… tenemos que investigarlo un poco más.

Fort Kochi

El martes 14 de diciembre nos fuimos a Fort Kochi, una pequeña península al lado de la ciudad, que es una zona más tranquila y turística. Dos semanas después de nuestra salida nos volvimos a reencontrar con nuestra querida… agua caliente, snif, snif!!! Pasamos unos días tranquilos pateando la ciudad y disfrutando de nuestro apartamento. Asistimos al sorprendente Kathakali, un teatro típico de Kerala que representa leyendas indias. Allí también descubrimos que cuando en la India le da por llover, llueve y mucho.

Los Backwaters

A Alleppey llegamos el 17. Era una parada técnica obligatoria, ya que desde allí contratamos un ‘houseboat’ que al día siguiente nos llevaría hasta Kollam. Se trata de un recorrido de 24 horas por los Backwaters, en un barquito para nosotros solos y la tripulación (3 personas). Tras comparar precios y ofertas, nos decidimos por contratarlo en la Oficina de Turismo, donde por 6.500 Rs se incluía viaje, noche y comida. El recorrido por los Backwaters trascurre entre canales anchos rodeados de vegetación, el barco no es muy ruidoso y va despacito. En las orillas se suceden casitas de pescadores, pueblitos y hasta algún edificio religioso del que surgen cánticos y rezos. A ratos las orillas se cierran más sobre el barco, y después se abren de nuevo en amplias ensenadas. El sonido del agua y el ronroneo del barco, los olores a río y a humo, el sol y el cielo azul crean una sensación maravillosa de calma, y uno siente que es así como debería fluir el mundo.

Vida playera

Tras nuestro increíble viaje en barco pusimos rumbo, ahora ya por tierra, hacia Varkala, un poco más turístico, pero con playa. Allí disfrutamos de algunas playas preciosas (Black Beach) y saltamos como críos sobre sus grandes olas. En definitiva: vida playera y deliciosa comida india con vistas al mar desde un acantilado. Nuestra próxima etapa tenía aires místicos: nos esperaba Kanyakumari, el Finisterre indio, en el estado vecino de Tamil Nadu.