19-28 febrero

Creo que nuestro relato se quedó parado en el norte de Tailandia, que no es un mal sitio, pero lo bueno llegó en el sur, donde nos reencontramos con las playas y el solete. Eso sí, llegar hasta el sur del país no fue tarea fácil…
El sábado 19 de febrero a las 12,30 de la mañana iniciamos nuestro gran periplo al sur (conocido a partir de ahora como GPS); para abreviar diremos que fueron cerca de 42 horas entre un autobús, dos trenes (con noche en uno de ellos), un taxi y otra noche memorable durmiendo sobre colchones en la cubierta de un barco.

KOH TAO
El día 22 amanecimos por fin en la isla de Koh Tao. Tras esquivar el asalto inicial de los taxistas y tomarnos un café en el 7-Eleven del puerto, iniciamos nuestra búsqueda de hotel. La isla es un sitio fabuloso para practicar submarinismo, así que nos costó mucho encontrar un alojamiento ya que estaba llena de aficionados a este deporte y de otros que volvían de la ‘Full Moon Party’ de Koh Samui. Como somos muy rumberos decidimos probar un poco de cada, así que la primera noche nos fuimos de cervezas para no perder el hábito y al día siguiente nos lanzamos a explorar sus maravillosos fondos marinos con gafas y tubo. Contratamos una excursión alrededor de la isla donde disfrutamos buceando entre numerosos peces, corales y algún tiburoncillo pequeño.

KOH PHA NGHAN
El miércoles 23 un barco, que no surcaba las olas sino que las saltaba, nos arrojó en Koh Pha Nghan. Nuestra primera intención era ir a Than Sadet, en la zona este de la isla, pero como no pudimos encontrar un taxista que nos llevara por un precio razonable, nos juntamos con otra pareja y acabamos en Thong Nai Pan Noi, también en el este pero un poco más al norte de donde pensábamos. Como ya hemos dicho en otra ocasión, la gente de Asia es muy amable y simpática, y con la mediación de una graciosa señora que estaba vendiendo fruta, encontramos un bungalow barato a pie de playa y encima con descuento.
El paisaje en esta zona es más espectacular que en Koh Tao, con una playa larga y estrecha de arena blanca rodeada se selva. Aparte de hacer algún paseo por la zona aprovechamos para descansar, tomar el sol y preparar nuestro siguiente viaje a Ko Phi Phi, que dicen que es la más bonita de Tailandia.

KO PHI PHI
El viernes 25 por la mañana viajamos hasta Surathani, donde teníamos pensado comprar el billete de tren por adelantado para viajar unos días después hasta Kuala Lumpur, desde donde volábamos a Bali el 2 de marzo. Nuestros planes de trastocaron cuando nos dijeron que no se podía comprar el billete por adelantado sino el mismo día del viaje, así que maldiciendo los trenes nos fuimos con el recado esa misma tarde hasta Krabi. Al llegar, una amable señorita (y unos cuantos billetes de por medio) nos solucionó el problema y contratamos el viaje a KL en autobús. A la mañana siguiente pillamos otro ferry hasta Koh Phi Phi.
A pesar de los turistas que invaden la isla (en temporada alta tiene que ser horrible pasear por aquí) este lugar es una verdadera maravilla, con playas de arena blanquísima, horizontes azules donde el cielo se funde con el mar… Tras descargar todo en nuestro hotel* (esta vez lo contratamos por Internet ya que pensábamos que podría haber problema de alojamiento… Error, había muchos sitios y más baratos) y comprar provisiones en el súper, nos fuimos de recorrido por las playas hasta el atardecer. Al día siguiente, 27 de febrero, hicimos una excursión de medio día para hacer snorkel por una de las islas cercanas, Koh Phi Phi Leh, un verdadero paraíso donde se encuentra la famosa Ao Maya (la de la peli ‘La Playa’). Por la tarde retrepamos hasta el punto más alto de la isla, lugar de evacuación para tsunamis, y de allí disfrutamos del anochecer con unas vistas increíbles de toda la zona.
Era nuestra última jornada en Tailandia, el próximo trayecto de nuestro GPS nos llevaría a otro paraíso legendario, Bali, previo paso por una de las ciudades más modernas del Sudeste Asiático: Kuala Lumpur.

(*) Nos entraron ganas de acabar con la raza humana, ya que al deshacer las mochilas nos dimos cuenta de que algún amigo de lo ajeno nos había abierto las mochilas (seguramente en el bus a Krabi). Aunque no se llevaron cosas de valor -una camiseta, el neceser de los medicamentos, un peso de maletas y una manta de Malaysia Airlines- nos dió mucha rabia porque son cosas que al j… ladrón no le van a valer para nada y a nosotros nos servían mucho y las habíamos ido cargando durante tres meses. Jode, y mucho.