16-20 julio

El camino de México a Guatemala fue muy entretenido. Habíamos contratado el viaje completo en Palenque. El primer tramo fue en minivan hasta Frontera Corozal, luego pasamos a una barca que nos cruzó el río Usumacinta, frontera natural entre los dos países, y al bajar en Bethel nos subimos a un autobús reviejo que tenía el motor medio roto y que nos llevó rebotando por carreteras sin asfaltar a 20 por hora hasta Flores.

FLORES
Pasamos en Guatemala menos tiempo del que hubiéramos querido y sólo pudimos ver Flores, donde estuvimos cuatro días. Aunque ya por si sola esta ciudad-península merece la visita. Situada en el lago Peten Itzá, es un lugar turístico pero tranquilo, perfecto para dejar pasar el tiempo, ver puestas de sol sobre el agua, comer helados en la plaza, acercarte a Santa Elena, ciudad principal, para comer algo típico… Y, por supuesto, ver lo que todo el mundo ve: las ruinas de Tikal. Nos dolió, pero nos levantamos a las 4 de la mañana para ir en cuanto abriesen… ¡Y mereció tanto la pena! Entramos con los primeros visitantes y, una vez dentro, la gente se dispersó y fuimos prácticamente solos todo el recorrido. Bueno, nosotros y los animales. Porque aquello es todo un ecosistema y vimos desde pájaros de todo tipo hasta monos araña que saltaban de árbol en árbol. Los templos de Tikal no están tan bien conservados, la selva los ha engullido y algunos apenas se intuyen, pero la naturaleza es realmente impresionante y, cuando subes a las pirámides (sobre todo al inmenso Templo IV, de 64 metros) por sus escaleras verticales y ves la jungla a tus pies… uf, la sensación resulta indescriptible.

En contraste con una expedición como la de Tikal, al día siguiente, el último en Flores, hicimos una escapada a un pueblecito al otro lado del lago Peten Itzá. Es curioso cómo algo sencillo puede convertirse en uno de los mejores ratos de este viaje. Allí, en El Remate, encontramos una cabañita sobre el agua azul turquesa donde pudimos bañarnos, disfrutar del sol y el tiempo sin nada que hacer y almorzar rico jamón serrano 🙂 A la mañana siguiente tocaba un nuevo cruce de frontera y al otro lado no sólo esperaba Honduras, todo un país por descubrir, sino también el último gran encuentro del mes.

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