Viaje a Machu Picchu

La primera etapa de nuestro viaje hasta Machu Picchu debía llevarnos desde Cuzco hasta Santa Teresa, a unos 230 kilómetros. Lo que traducido en horas de viaje en Perú significa casi un día entero en diferentes medios de transporte.
El miércoles 17 de agosto, después de desayunar y dejar nuestro hotel a las 7,15 h. de la mañana, tomamos uno de esos taxis pequeñitos tipo caja de cerillas que hay en Perú y nos fuimos a la terminal, desde donde salen los autobuses a Quillabamba. Allí fuimos recibidos por los gritos de las mujeres que venden los boletos, anunciando a pleno pulmón los destinos de los autobuses. Compramos billetes (de 13 soles) para un minibus que salía «ya, ya» y que tardaba 4,5 horas en llegar a Santa María, pero descubrimos que en realidad íbamos en un viejo autobús que tardó una hora en salir y 6 en llegar.
Mal empezábamos el día.
A las 8,15 h., tras numerosos martillazos, apretones de tuercas y reparaciones varias, nuestro querido viejo autobús se puso por fin en marcha.
A pesar de lo movidita que era la carretera no podemos decir que lo pasáramos mal, ya que durante la primera parte del viaje atendimos ojipláticos a la increíble presentación (al más puro estilo teletienda) de un señor que empezó a explicarnos las maravillosas cualidades terapéuticas de unas infusiones de hojas, tallos y raíces que vendía. Nos quedamos un poco preocupados por las cosas terribles que nos iban a suceder por no utilizar esos magníficos productos, porque que sepáis que si coméis pollo y gaseosa os salen unas piedras en el riñón como puños. Con ese panorama, normal que acabase vendiendo hierbas a todo el autobús.

Luego le tocó el turno al vendedor sordomudo de caramelos (que además hacía las veces de revisor y mecánico del bus), después al que vendía pomadas, ungüentos, laxantes (aprendimos lo importante que es purgarse un par de veces al año)… y finalmente a los vendedores ambulantes de comida, que asaltaron el autobús en la primera parada, Urubamba.
A las 10,20 h. llegamos a Ollantaytambo. Nos sorprendió ver las ruinas tan vacías de turistas a esas horas, cuando por la tarde cientos de tours llenan toda la zona.
A las 12,30 h. hicimos una parada de descanso, donde los hombres iban al baño detrás de cualquier arbusto, las mujeres hacían lo propio en unas casetas con techo de uralita y el revisor sordomudo enfriaba los frenos del autobús con una manguera de agua.
La última parte del viaje fue la peor, ya que la carretera estaba en obras e íbamos de bote en bote en los asientos. Finalmente, tras casi dos horas más de viaje, llegamos a Santa María a las 14,15 h. de la tarde. Bajamos con nuestra mochila al hombro y nos dimos de bruces con un tiempo mucho más caluroso del que habíamos dejado en Cuzco. Mientras nos desprendíamos de capas de abrigo nos vimos arrastrados por uno de los taxistas (que hacen guardia esperando la llegada de los turistas) y sin casi abrir nosotros la boca, ellos ya habían repartido la mercancía y nos encontramos metidos en un taxi con otra pareja de argentinos.
La última sorpresa de este día la tuvimos nada más salir, cuando el taxista detuvo el ‘station-wagon’ en el que viajábamos y subieron siete niños (que salían del cole) a la parte trasera del coche y una más sobre las piernas de Amaya. Tras dejarlos a mitad del viaje en sus pueblos, seguimos nuestro camino hasta Santa Teresa, ya sin más sobresaltos.

El camino que lleva hasta allá es una carretera sin asfaltar, de no más de tres metros de ancho en algunos tramos, colgada de la montaña sobre un escarpado valle, siguiendo el sinuoso recorrido del río a una profundidad de vértigo.
Eran las 15,05 h. de la tarde cuando llegamos a Santa Teresa, pagamos el taxi (10 soles por cabeza), nos despedimos de la pareja argentina y activamos el modo ‘busca-hotel’. Durante quince minutos nos recorrimos las dos calles del pueblo preguntando precios y viendo habitaciones por los diferentes hostales, hasta que finalmente encontramos uno que se ajustase a nuestras pretensiones: barato (20 S) y con agua caliente.
Con los deberes hechos nos lanzamos otra vez a la calle pero esta vez con la idea de encontrar un bar con televisión donde poder ver el Barça-Madrid (que se jugaban la Supercopa de España). No era tarea fácil, ya que en este pueblo había pocos restaurantes con televisión por cable, y los pocos que había no les funcionaba. En esas estábamos cuando nos encontramos con una pareja de catalanes y un inglés que andaban igual que nosotros, así que unimos fuerzas y seguimos buscando todos juntos.
Por fin a las 16,00 h. encontramos a un señor que nos abrió su restaurante-pollería para que viéramos allí el partido. Le estaremos eternamente agradecidos por ello. Así que allí pasamos la tarde tomando ‘salchipapas’ y bebiendo alguna cerveza. Fue una buena forma de acabar el día, incluido el resultado del partido.

DÍA DOS
A las 9,15 h. de la mañana, después de desayunar, iniciamos la segunda parte de nuestro viaje hacia Machu Picchu. Empezamos viajando en el colectivo (5 S) hasta la estación hidroeléctrica de Santa Teresa, a media hora de camino. Allí inscribimos nuestros nombres en un listado que tienen en la entrada, y que es obligatorio para todos los que pretenden llegar hasta Aguas Calientes caminando por las vías del tren.
A las 9,45 h. ya estábamos listos e iniciamos muestra marcha por las vías. El camino (unos diez kilómetros) sigue el recorrido del río, rodeado de selva y con vistas espectaculares de toda la zona. Hay un momento en el que se pasa por la falda de la montaña donde se encuentran las ruinas de Machu Picchu.
A las 12,10 h. llegamos por fin al pueblo de Aguas Calientes, y media hora después nos derrumbamos en nuestra habitación. El resto del día lo pasamos paseando por el pueblo y descansando pensando en la marcha del día siguiente.

DÍA TRES
Para aprovechar las primeras luces del día y ver amanecer decidimos tomar el primer autobús a las ruinas (y reservarnos las fuerzas para recorrerlas, ya que subir andando implica hora y media de camino). Para ello nos levantamos a las 4 de la mañana. No fuimos los únicos en tener esa idea, y cuando llegamos a la parada del autobús a las 5 había una fila que recorría media calle.
A las 5,40 montamos por fin en el bus y media hora después ya estábamos en la cima, donde tocó hacer fila de nuevo para entrar en el santuario.
Lo primero que hicimos fue subir (con el corazón en la boca) donde se encuentra la Cabaña del Guardián, junto al resto de madrugadores para ver los primeros rayos de sol sobre Machu Picchu. Las siguientes cuatro horas las pasamos recorriendo a nuestro aire los templos y restos que forman este increíble yacimiento.

EL REGRESO
Después de la visita por Machu Picchu decidimos volver sin castigar mucho más nuestros ya cansados pies (como contrapunto les tocó sufrir a nuestros culos con las maltrechas carreteras de este país).

Así que a las 12,35 tomamos el tren de regreso a la hidroeléctrica de Santa Teresa (12 $). Llegamos una hora después y tomamos un taxi directo a Santa María (15 S) y una minivan a Cuzco (25 S).
A las 20,40 llegamos hechos polvo a Cuzco donde tan sólo tuvimos tiempo de cenar y caer muertos a la cama.

Un vídeo de nuestra visita a las ruinas de Machu Picchu.

Más fotos de Perú en nuestro álbum de Flickr, aquí.

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Viaje a Machu Picchu

6 comentarios en “Viaje a Machu Picchu

  1. Gabriela ESPINOZA dijo:

    Buenas, muchas gracias por tu entrada!
    Una consulta: Valio la pena hacer la ruta Santa Maria – Santa Teresa – Hidraulica – Aguas Calientes?
    O es preferible no perder este tiempo e ir directo a Aguas Calientes?
    Que aconsejan?

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    1. Diego dijo:

      Hola Gabriela,
      Como tal, el recorrido no tiene mucho interés, pero fue muy bonito el recorrido por las vías y llegar andando a Aguas Calientes.
      Aunque si andas justa de tiempo, es algo de lo que puedes prescindir sin problema.
      Espero que te sirva de ayuda
      Un saludo

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