Hace unos cuantos meses, recién empezado el viaje, os contábamos sorprendidos la cantidad de cosas nuevas que nos estaban pasando. Aquel post de Yo nunca parece ahora tan lejano…Resulta que aquellos detalles y otros muchos que antes eran nuevos se han convertido en parte de nuestra vida… Es más: ¡son la rutina del día a día! Y, sin embargo, lo que hacíamos antes del viaje resulta casi extraño. Así que ahora apenas recordamos esas otras cosas que antes eran normales, hasta el punto de que dudamos si alguna vez…

• Trabajamos (y los números de nuestra cuenta corriente aumentaron en vez de sólo disminuir)
• Pasamos más de una semana en el mismo lugar
• Nos dimos un baño en una bañera
• Nos pusimos un pantalón vaquero
• Tuvimos un armario (con ropa dentro)
• Dormimos en nuestra cama
• Fuimos a algún sitio sin tener que hacer y deshacer una mochila o, peor, llevarla a la espalda
• Abrimos nuestro frigorífico para ver qué comíamos
• Nos pusimos las zapatillas sin mirar primero dentro o nos dormimos sin hacer un exterminio previo de mosquitos
• Viajamos en autobús durante menos de 5 horas
• Nos sonó el móvil
• Compramos algo sin mirar el precio y sin regatear
• Caminamos por una ciudad sin un mapa en la mano
• Estrenamos ropa o nos cambiamos, por decir algo, de pendientes ¡o hasta de zapatillas! (no preocuparse, llevamos polvos devorolor :P)
• Bebimos agua del grifo
• Usamos colonia
• Nos quedamos un domingo de perreo en casa viendo series o pelis

Por algunas de esas cosas -y sobre todo porque echamos cada vez más en falta unos achuchones de familia y amigos y unos mordiscos de nuestro gato gordo- volver no sólo no es una opción tan terrible sino que igual puede resultar hasta realmente agradable 🙂 Eso sí, no sé por qué me parece que la situación se dará la vuelta y pronto empezaremos a añorar demasiado las cosas de aquella primera lista…

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