30 enero-5 febrero
PHNOM PENH
Como os contábamos en el último post, después de perder tres horas en ir y volver a la estación de autobuses para intentar ir al Delta del Mekong sin éxito (es que nos encanta el turismo en transporte urbano :P), una compra rapidísima con gasto de dongs sobrantes a contrarreloj nos consiguió dos plazas en el bus hacia la frontera con Camboya. Esa misma noche llegábamos a Phnom Penh. La estancia en el país de la rima divertida empezaba como todas: andando en busca de hotel. Nos alojamos cerca del río, en plena zona de ‘guesthouses’ y hoteles, y aprovechamos a tope el día siguiente para ver la ciudad. El Palacio Real, con sus templitos blancos como de merengue, y la Silver Pagoda, que tiene el suelo de plata y un Buda de oro y diamantes, inauguraron un recorrido que siguió por el río, Wat Ounalom (sede del budismo camboyano y donde debía haber un pelo de la ceja de Buda aunque nosotros no lo encontramos…), la pagoda de la colina con su elefante, el mercado y, finalmente, tras una larga caminata, el Tuol Sleng Museum.
Este lugar terrible es una de las visitas más impactantes que hemos hecho hasta ahora. Allí sufrieron, fueron torturados y murieron unos 20.000 camboyanos, de los cerca de 2 millones que se calcula que asesinó el régimen de Pol Pot entre 1975 y 1979. Este tipo lideró (y utilizó, dicen) a un grupo llamado Khmer Rouge y, apostando por un comunismo extremo, rebautizó el país como Democratic (con un par…) Kampuchea y decidió que iba a renovarlo de arriba abajo. Así que esclavizó a su población y se cargó a todos los que le llevaron la contraria y, al final, incluso a sus propios aliados, dejando para la historia reciente el llamado Holocausto Camboyano. El Tuol Sleng Museum ocupa una de las prisiones del Khmer Rouge durante la época, la llamada Oficina S-21. Utilizaron los cuatro edificios de un colegio y dividieron las clases con burdas paredes de ladrillo o tablas para crear así decenas de celdas, algunas verdaderos ataúdes. Los bloques grises cubiertos de alambre de espino para evitar que los prisioneros se tirasen desde los pisos superiores resultan escalofriantes. Se han conservado tal cual y se completan con fotos e historias de lo que ocurrió allí (como los nazis, el Khmer Rouge también documentaba todo lo que hacía y tenía archivos con retratos de todos los prisioneros).
La angustia fue mitigándose poco a poco de vuelta al hostal, con el sol poniéndose sobre los modernos edificios del centro y los jóvenes camboyanos reunidos en los parques ensayando coreografías de baile, turistas comiendo pizza con ‘happy herbs’ (marihuana, vaya), motos por todas partes, tiendas de ropa con música chunchunera… Frente al horror, la vida sencilla y contradictoria de cualquier país y el afán de supervivencia de sus habitantes.
SIEM REAP Y ANGKOR WAT
Otra prueba de esta contradicción que es el mundo nos esperaba a la vuelta de la esquina, porque el puñetero ser humano es capaz de hacer cosas terroríficas pero también de crear algo tan increíble como Angkor… El día 1 de febrero un bus local nos martirizó durante 6 horas con una especie de programa teatro de humor con camboyanos gritones hasta que llegamos a Siem Reap (por el camino conocimos a Robert, un viajero con blog como nosotros, echad un vistazo a su Vuelta al mundo antes de los 30). Curiosamente, dos Anas (gracias a las dos!) nos habían recomendado desde tierras españolas el mismo hostal, así que para el Garden Village nos fuimos, a dormir en un cómodo colchón en una cabaña de bambú con otros muchos mochileros, con un ambiente muy agradable. Los dos días siguientes los dedicamos a ver esa maravilla que es Angkor, el primero en tuk-tuk y el segundo en bici. Angkor es precioso de verdad. Ver amanecer allí es toda una experiencia, con los templos apareciendo ante tus ojos como por arte de magia. Nos encantó, tanto el famoso y enorme Angkor Wat como Bayon, el templo de las caras, Ta Prohm con esos árboles incrustados en las paredes, Ta Keo y sus escaleras verticales… Alucinante.
Tras la paliza de tantos días sin parar, nos tomamos los días 4 y 5 de febrero con calma, paseamos por Siem Reap viendo pagodas, nos sentamos en sus parques a leer y comer bocatas de sardinas, compramos piñas en el mercado, navegamos por Internet, vimos santuarios donde los camboyanos les pintaban las uñas a los dioses, probamos una deliciosa barbacoa camboyana y tomamos unas cervezas con Emma, otra catalana viajera muy majeta a la que habíamos conocido agazapados en los túneles de Cu Chi y con la que nos encontramos de nuevo aquí. Vamos, que vacacioneamos un poco, para variar. Pero la cosa no podía durar más y ya empezábamos a sentir que nos faltaba como un peso en la espalda, así que cogimos nuestras mochilas para encarar el próximo destino: Bangkok y el norte de Tailandia.
Nos alegramos un montón de q os siga yendo viento en popa. Aunqe seguro q ya lo habéis visto, os he mandado al email la contraportada q os ha publicado César en La Rioja. También la he repartido por aquí a la peña q no se había enterado. Si algún despistado no se ha enterado, q la pida a César o a mí (perdón si vulnero alguna norma de la SGAE o similar por escanear y distribuir un artículo de periódico.
Por cierto, la q viene en camino, ya tiene nombre: Eva.
Besos muy grandes de Rebe, Clara, Eva y Javi.
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Está tan bien escrito…, es casi como si lo viera, o mejor, lo sintiera allí mismo. Seguid mandando vuestras experiencias y aventuras, que os seguimos.
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