3-10 noviembre
Durante este año de viaje hemos aprendido mucho y disfrutado más, pero hay momentos especialmente increíbles que nunca olvidaremos. En mi caso, uno de ellos es sobrevolar las cataratas de Iguazú el día de mi cumpleaños. Ya habíamos podido disfrutar de unas vistas alucinantes de Río desde el aire cuando despegamos, pero a mitad de viaje el piloto nos dijo que iba a pedir permiso a la torre de control para pasar sobre las ‘cachoeiras’. Hasta dos pasadas hizo, en las que pudimos alucinar con lo que parecía un agujero enorme que se tragaba el río entre espuma y agua marrón. Ver semejante espectáculo desde el aire no es nada fácil y nosotros lo tuvimos de regalo. ¿Qué más se puede pedir?
PUERTO IGUAZÚ
El avión nos dejó en Foz do Iguaçu (Brasil), pero preferimos atravesar la frontera y dormir ya en el lado argentino. Fue un cruce lento pero tranquilo y a media tarde un bus nos dejó en Puerto Iguazú, ciudad anodina y feucha, pero puerta de entrada a una de las maravillas naturales más impresionantes que hemos visto durante este viaje. Las cataratas son todo lo que uno espera y más. Empezando desde abajo, vas recorriendo senderos acompañado por pájaros, coatíes y miles de mariposas, primero al pie y luego por encima de las decenas de cascadas, cada vez más cerca del agua, que termina por darte unas cuantas duchas gratis. Y, al final, unas pasarelas sobre el río te llevan hasta la Garganta del Diablo. Esa enorme medialuna donde el torrente ruge entre arcoiris, con tanta fuerza que da vértigo. Tan impresionante que resulta muy difícil describirla.
Con esa imagen grabada para siempre nos fuimos en bus a Buenos Aires el día 6 de noviembre. Nuestra primera experiencia omnibusera argentina nos dejó alucinados por partida doble: fue carísimo pero nos dieron cena y hasta champán de postre! Si lo ve un boliviano se desmaya de la impresión…
BUENOS AIRES
El desembarco en la capital fue especialmente fácil y agradable gracias a Inés y Kike, que nos acogieron e hicieron que nos sintiéramos como en casa, nos llevaron a cenar una parrillada que nos dio proteínas para un mes y nos hicieron de perfectos anfitriones (¡muchísimas gracias, par!).
Los cuatro días que pasamos en BAires fueron de pateo continuo… Bueeeno, vaaale, también tuvimos tiempo de dormir hasta tarde, tumbarrearnos en los parques al sol y disfrutar de un emocionante concierto de Chris Cornell en el Gran Teatro Rex, así que no vamos a quejarnos demasiado 😛 pero el resto del tiempo en general lo pasamos andando. Por otra parte, ésa es la mejor forma de conocer esta enorme ciudad que además nos recibió radiante en plena primavera, repleta de jacarandás con flores moradas y puestos donde vendían ramilletes de jazmines.
El barrio de Palermo nos sirvió para arreglar nuestra rayada cámara, pasear por sus jardines y curiosear por bares y cafés de diseño. Nos gustó mucho La Recoleta, un barrio tranquilo, verde, con una de las librerías más bonitas del mundo (Ateneo, en el interior de un teatro) y uno de los cementerios más impresionantes que hemos visitado, con los ataúdes a la vista. La inmensa Avenida 9 de Julio con su obelisco, la Avenida de Mayo con el Congreso en un extremo y la Casa Rosada en el otro (y un montón de edificios de aire parisino impresionantes en medio), Corrientes y sus teatros, los muelles y almacenes naranjas de Puerto Madero, las casitas de chapa multicolor de La Boca… Nos encantó.
Pero, además, llegar a Buenos Aires fue como volver un poco a Europa, a lo bueno y a lo malo. Y nos costó un poco, porque se hace raro enfrentarse a la rapidez, al estrés y a las caras con ojeras tras tanto tiempo de calmachicha, relax y pieles morenas de enormes sonrisas.
Y como esa ciudad es un mundo y tiene mil facetas y rincones, hubo unas cuantas cosas que nos quedaron pendientes, como una visita tranquila a San Telmo (sólo fuimos a ver a Mafalda), un partido de River o un viaje en la línea A del metro. Pero tenemos un billete Buenos Aires-Madrid para el día 12 de diciembre, así que no nos va a quedar otro remedio que volver a la capital por unos días 🙂
Hasta entonces, decidimos irnos a conocer la otra Argentina (algunos dicen que Buenos Aires no lo es), de norte a sur, pasando por un desierto multicolor, los valles más verdes y paredes de puro hielo.
Más fotos de Argentina en nuestro álbum de Flickr, aquí.
Ya me parecía a mí que los vagones molaban, habrá que hacer un ida y vuelta al menos 🙂 Por cierto, tienes un email, o dos vaya 🙂
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Amaya! Yo estoy alojado cerca de una parada de la línea A, y los vagones molan mucho. Es como volver a principios de siglo. Son de madera y con lamparitas! Por cierto, donde arreglasteis la cámara en Palermo? Me puedes pasar la dirección por mail? Besos
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Martín, yo pensaba que en la línea A había trenes antiguos, pero igual ya no… Inés, el placer fue nuestro 🙂 Y la vuelta… ya me parecía a mí que iba a ser raro, ya… Uf, en unos quince días lo olvidamos de cañas por la Laurel o algo 😛
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bueno!!!! pero qué ilusión!! os acabo de leer… un placer que hayáis pasado por nuestro hostel!! luego se nos hacía raro no tener gente en casa pero desgraciadamente ya la abandonamos la casita prfprfprffff.
disfrutad de lo que os queda!!! aquí os espero esto es raro, raro raaaaroooooo.
besazo!
INES
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Me ha encantado lo del partido de River que os queda. Y un consejo: alejaos de la línea A del subte, no hay nada interesante allí. Saluditos a mi amiga Mafalda
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